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Sociología3

SOCIOLOGÍA3: Wikipedia:Clasificación Unesco de 6 dígitos/63 Sociología.

Wikipedia:Clasificación Unesco de 6 dígitos/63 Sociología

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Sociología (63) [editar]

6301 Sociología cultural [editar]

01 Evolución cultural 02 Relaciones culturales 03 Folklore 04 Relaciones inter-étnicas 05 Lenguaje y cultura 06 Civilización y características nacionales 07 Sociología del arte 08 Sociología del derecho 09 Sociología de la literatura 10 Sociología de la religión 99 Otras (especificar)

6302 Sociología experimental [editar]

01 Colección de campos de datos 02 Psicología social 03 Diseño de experimentos sociales 04 Métodos de experimentación social 99 Otras (especificar)

6303 Sociología general [editar]

01 Sociología comparativa 02 Sociología histórica 03 Metodología 04 Sociografía 05 Teoría 99 Otras (especificar)

6304 Desorden internacional [editar]

01 Conflictos 02 Solución de conflictos 03 Guerra y paz 99 Otras (especificar)

6305 Sociología matemática [editar]

01 Medida y construcción de índices 02 Construcción de modelos 03 Análisis estadístico 99 Otras (especificar)

6306 Sociología ocupacional [editar]

01 Burocracia 02 Sociología educativa 03 Sociología industrial 04 Sociología médica 05 Sociología de la educación 06 Sociología del derecho 07 Sociología de masas 08 Sociología de la ciencia 99 Otras (especificar)

6307 Cambio y desarrollo social [editar]

01 clasificacion del cambio social 01 Evolución de sociedades 02 Países en desarrollo 03 Política social 04 Seguridad social 05 Servicios sociales 06 Desarrollo socio-económico 07 Cambio social y tecnología 99 Otras (especificar)

6308 Comunicaciones sociales [editar]

01 Signos 02 Sociolingüística 03 Símbolos 99 otras (especificar)

6309 Grupos sociales [editar]

01 Castas 02 Elites 03 Familia y parentesco 04 Matrimonio 05 Clases sociales 06 Movilidad social 07 Estratificación social 08 Tribus 09 Estatus de la mujer 99 Otras (especificar)

6310 Problemas sociales-desorden social [editar]

01 Crimen 02 Delincuencia 03 Enfermedad 04 Hambre 05 Minusvalía 06 Relaciones internacionales 07 Desarraigados 08 Pobreza 09 Calidad de vida 10 Convenios y conflictos sociales 11 Bienestar social 12 Estándar de vida 13 Terrorismo 14 Desempleo 15 Violencia 99 Otras (especificar)

6311 Sociología de las instituciones humanas [editar]

01 Estudio de comunidades 02 Sociología ecológica 03 Sociología local 04 Sociología rural 05 Suburbios 06 Sociología urbana 99 Otras (especificar)

6399 Otras especialidades sociológicas (especificar) [editar]

00 Otras especialidades sociológicas (especificar)

Véase también: Clasificación Unesco, Clasificación Unesco 4 dígitos y Clasificación Unesco 6 dígitos

SOCIOLOGÍA3: SOCIOLOGÍA DE LA CIENCIA. La sociología de la ciencia considera las influencias y componentes sociales en la ciencia. Diferente de la sociología del conocimiento que investiga los orígenes sociales de las ideas y del efecto que las ideas dominantes tienen sobre las sociedades.

Sociología de la ciencia

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La sociología de la ciencia considera las influencias y componentes sociales en la ciencia. Diferente de la sociología del conocimiento que investiga los orígenes sociales de las ideas y del efecto que las ideas dominantes tienen sobre las sociedades.

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Temas de investigación [editar]

A diferencia de la epistemología no investiga la validez del conocimiento sino la forma que se organiza socialmente la comunidad científica en la producción, difusión y reclutamiento o entrenamiento de sus integrantes. De qué forma se construye el discurso, de una comunidad especifica y la ciencia en general, del conocimiento científico en la neutralidad u objetividad de la producción de ideas, teorías, etc. Como la sociología del conocimiento se aproxima en averiguar la forma en la cual es valido o aceptado el conocimiento en la sociedad. Así como la conexión entre los diversos actores y los usos que se da o legítima la ciencia. Específicamente que técnicas, teorías y medios de difusión son considerados como dominantes o la forma que adquieren supremacía sobre sociedades

Desarrollo y autores [editar]

Trabajos iniciales de Karl Mannheim y Norbert Elias empiezan la reflexión y estudio de la ciencia como actividad social y el estudio de la comunidad que lo compone (los científicos y las científicas). Con Robert K. Merton en los años 1970 empieza la fase funcional-estructuralista de su estudio. Merton impulsa un subcampo de estudio denominado sociología del conocimiento, el cual aborda la ciencia moderna como institución social y se interesa por el ethos específico que la caracteriza.

A mediados de la década de los 70 se forman algunas escuelas que continúan, si bien ampliando la visión, la propuesta de Merton. Entre ellas destaca la Escuela de Edimburgo con David Bloor a la cabeza. Este autor ya no concibe la ciencia como un saber esotérico, sino que pone en relevancia el componente social en la producción del conocimiento científico.

No sin generar cierta controversia, un nutrido grupo de teóricos protagonizó lo que Steve Woolgar denomina como “el giro hacia la tecnología”, desplazando a la ciencia, en buena medida, como objeto estudio y centrando su esfuerzo en la investigación de las tecnologías desde el campo de los estudios sociales. Este giro vino inspirado, entre otros, por la figura de Langdon Winner y sus trabajos en dicha área.

Hoy en día este campo tiene continuidad en varias vertientes, aunque se suelen nombrar dos escuelas:

1) Los Estudios Sociales de la Ciencia y la Tecnología, representan un enfoque fuertemente constructivista. Desde esta perspectiva se supone que la construcción de los aparatos tecnológicos viene determinada socialmente a través de las pugnas y negociaciones que se producen entre grupos sociales relevantes. Sus máximos exponentes son Pinch y Bijker.

2) la Teoría Actor-Red. Esta escuela rechaza la primacía de las relaciones humanas en la constitución de entramados socio-técnicos, por contra, aplica el principio de "simetría generalizada" y proclama la existencia agentes sociales híbridos que se constituyen a través de la negociación y el enrolamiento entre entidades humanas y no humanas. Este enfoque teórico cuenta entre sus autores más destacados con Bruno Latour, Michel Callon y John Law.

Sin embargo, desde la teoría feminista también se han realizado importantes aportaciones al campo. En este sentido, destaca la figura de Donna Haraway y su metáfora del cyborg para designar aquello que hoy somos. Aunque con reminiscencias de la literatura de ciencia ficción y un lenguaje muy metáforico, su enfoque es cercano al de la Teoría Actor-Red, sin embargo, Donna Haraway resalta la necesidades ético-políticas de la teoría.

Conexiones con otras sociologías [editar]

El Prof. Miguel Ángel Sobrino Blanco ha establecido un status de disciplinas autónomas para la Sociología de la comunicación y para la Sociología de la información como un aprovechamiento del saber ya acumulado en la Sociología del conocimiento, explorando nuevos caminos hacia una teoría social de la documentación por la vía de la reflexión. La Profesora Blanca Muñoz ha desarrollado el concepto de 'Sociología de la comunicación' en Sociología de la comunicación de masas y su Bibliografía.

Numerosas sociologías están incorporando el hecho de la nueva era de la información con conexiones binarias, que son difíciles de definir, con el principal objetivo de intercambiar saberes desde distintos ángulos o ramas que 'trabajan' cun una perspectiva sociológica. Concretamente con Borgata y Montgomery en la Encyclopedia of Sociology.

Lecturas [editar]

  • Emilio Lamo de Espinosa, José María González García y Cristóbal Torres, La sociología del conocimiento y de la ciencia, Alianza Editorial, Madrid, 1994, 632 pags. Reimpreso en 2002

Véase también Ciencia y sociedad y filosofía de la ciencia

SOCIOLOGÍA3: SOCIOLOGÍA DEL ARTE. La sociología del arte es una disciplina de las ciencias sociales que estudia el arte desde un planteamiento metodológico basado en la sociología. Su objetivo es estudiar el arte como producto de la sociedad humana, analizando los diversos componentes sociales que concurren en la génesis y difusión de la obra artística. La sociología del arte es una ciencia multidisciplinar, recurriendo para sus análisis a diversas disciplinas como la cultura, la política, la economía, la antropología, la lingüística, la filosofía, y demás ciencias sociales que influyan en el devenir de la sociedad.

Sociología del arte

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La sociología del arte es una disciplina de las ciencias sociales que estudia el arte desde un planteamiento metodológico basado en la sociología. Su objetivo es estudiar el arte como producto de la sociedad humana, analizando los diversos componentes sociales que concurren en la génesis y difusión de la obra artística. La sociología del arte es una ciencia multidisciplinar, recurriendo para sus análisis a diversas disciplinas como la cultura, la política, la economía, la antropología, la lingüística, la filosofía, y demás ciencias sociales que influyan en el devenir de la sociedad. Entre los diversos objetos de estudio de la sociología del arte se encuentran varios factores que intervienen desde un punto de vista social en la creación artística, desde aspectos más genéricos como la situación social del artista o la estructura sociocultural del público, hasta más específicos como el mecenazgo, el mercantilismo y comercialización del arte, las galerías de arte, la crítica de arte, el coleccionismo, la museografía, las instituciones y fundaciones artísticas, etc.[1] También cabe remarcar en el siglo XX la aparición de nuevos factores como el avance en la difusión de los medios de comunicación, la cultura de masas, la categorización de la moda, la incorporación de nuevas tecnologías o la apertura de conceptos en la creación material de la obra de arte (arte conceptual, arte de acción).

La sociología del arte debe sus primeros planteamientos al interés de diversos historiadores por el análisis del entorno social del arte desde mediados del siglo XIX, sobre todo tras la irrupción del positivismo como método de análisis científico de la cultura, y la creación de la sociología como ciencia autónoma por Auguste Comte. Sin embargo, la sociología del arte se desarrolló como disciplina particular durante el siglo XX, con su propia metodología y sus objetos de estudio determinados. Principalmente, el punto de partida de esta disciplina se suele situar inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial, con la aparición de diversas obras decisivas en el desarrollo de esta corriente disciplinar: Arte y revolución industrial, de Francis Klingender (1947); La pintura florentina y su ambiente social, de Friedrich Antal (1948); e Historia social de la literatura y el arte, de Arnold Hauser (1951). En sus inicios, la sociología del arte estuvo estrechamente vinculada al marxismo –como los propios Hauser y Antal, o Nikos Hadjinikolaou, autor de Historia del arte y lucha de clases (1973)–, si bien luego se desmarcó de esta tendencia para adquirir autonomía propia como ciencia. Otros autores destacados de esta disciplina son Pierre Francastel, Herbert Read, Francis Haskell, Michael Baxandall, Peter Burke, Giulio Carlo Argan, etc.[2]

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Definición [editar]

La sociología del arte es una disciplina relativamente nueva, desarrollada principalmente desde la Segunda Guerra Mundial. Por ello, todavía no tiene unos fundamentos del todo establecidos, siendo abordada desde distintos planteamientos teóricos y metodológicos por los diversos estudiosos que tratan la materia. Además, la sociología del arte está estrechamente relacionada con otras disciplinas que estudian el arte, como la estética o la propia historia del arte, ciencia esta última que siempre ha considerado en mayor o menor medida el componente social como parte indisoluble de la creación artística. La historia social del arte ha puesto especial énfasis en las circunstancias materiales que originan la obra artística, analizando desde ese punto de vista tanto el génesis como la evolución del hecho artístico. Asimismo, la estética ha sido estudiada por diversos autores desde el punto de vista sociológico en cuanto su objeto de estudio –el concepto de belleza, los juicios estéticos o la función del arte– puede igualmente analizarse desde el componente social que influye en ellos. Así, la estética sociológica es aquella que estudia el conocimiento sensible a partir de las condiciones históricas y sociales que les son propias en cada momento.[3]

El estudio social del arte se debe principalmente a las aportaciones realizadas por la sociología general, como ciencia que estudia la dimensión social de los hechos humanos y los múltiples factores que intervienen en ellos: política, economía, cultura, etc. Así, la sociología del arte es la que, tomando esta base metodológica, la aplica al estudio del arte. El principal interés de esta disciplina es explicar el hecho artístico en base a los factores que lo generan, contextualizando obra y artista dentro de la sociedad y evidenciando las relaciones intrínsecas entre ambos. Cabe remarcar que esta relación es recíproca, y que la sociología del arte estudia tanto la influencia de la sociedad en el arte como la que pueda aportar este último al desarrollo social.

La relación entre arte y sociedad es una comunicación fluida, dinámica, que ha ido variando a lo largo del tiempo. Por ello, la sociología del arte debe tener especial cuidado con la relativización del análisis histórico, pues una misma circunstancia social puede tener distinta interpretación según el lugar y el momento histórico. Por lo general, la incidencia del factor social en el arte es de tipo estructural, ya que no se trata de factores aislados sino de un conjunto de relaciones que intervienen de forma organizada en la creación artística. La sociología del arte debe adaptarse pues al contexto específico que rodea cualquier obra artística, por lo que no puede elaborar leyes generales ni extrapolar conclusiones de un hecho artístico a otro. Cabe remarcar igualmente que no es una ciencia exacta ni pretende aportar explicaciones exhaustivas ni soluciones definitivas, ya que en el arte incurren muchos más factores de índole más subjetiva y difícilmente interpretable. Como dijo Hauser: “todo arte está condicionado socialmente, pero no todo en el arte es definible socialmente”.[4]

Antecedentes [editar]

Si bien diversos autores se han planteado a lo largo de la Historia la función social del arte –Platón por ejemplo se lo cuestionó en La República–, es principalmente desde el siglo XIX que empieza a analizarse la relación arte-sociedad: los cambios sociales producidos por la Revolución francesa y la Revolución industrial, tanto a nivel político como económico, llevaron a los filósofos a replantearse la relación del hombre con la sociedad. Así surgió la sociología del arte, ciencia fundamentada en los principios metodológicos del positivismo que considera al artista como parte indisoluble de la sociedad, siendo la obra artística un fiel reflejo de los condicionamientos sociales que envuelven al artista.[5] En su génesis, la sociología del arte se opuso al romanticismo, el movimiento cultural preponderante en Europa a principios del siglo XIX, si bien tomaron de éste el concepto del arte como reflejo del tiempo –lo que llamaban “espíritu del tiempo”–, que los positivistas llamaron “contexto histórico”.[6]

En su génesis, la sociología del arte se opuso al romanticismo, el movimiento cultural preponderante en Europa a principios del siglo XIX, si bien tomaron de éste el concepto del arte como reflejo del tiempo –lo que llamaban “espíritu del tiempo”–, que los positivistas llamaron “contexto histórico”.[6] Igualmente, se enfrentaron al esteticismo, movimiento que rechazaba el utilitarismo imperante en la época y la fealdad y materialismo de la era industrial. Esta tendencia otorgaba al arte y a la belleza una autonomía propia, sintetizada en la fórmula de Théophile Gautier “el arte por el arte” (L'art pour l'art), llegando incluso a hablarse de “religión estética”.[7] Esta postura pretendía aislar al artista de la sociedad, buscando de forma autónoma su propia inspiración y dejándose llevar únicamente por una búsqueda individual de la belleza, que se aleja de cualquier componente moral, convirtiéndose en el fin último del artista, que llega a vivir su propia vida como una obra de arte –como se puede apreciar en la figura del dandy–.[8] Uno de los teóricos del movimiento fue Walter Pater, que influyó en el denominado decadentismo inglés, estableciendo en sus obras que el artista debe vivir la vida intensamente, siguiendo como ideal a la belleza. Posteriormente, autores como James McNeill Whistler, Oscar Wilde, Algernon Charles Swinburne y Stéphane Mallarmé desarrollaron esta tendencia hasta un elevado grado de refinamiento basado únicamente en la sensibilidad del artista.

El primer teórico que estudió el arte desde un punto de vista sociológico fue Hippolyte-Adolphe Taine: en su Filosofía del arte (1865-1869), aplicó al arte un determinismo basado en la raza, el contexto y la época (race, milieu, moment). Para Taine, el arte opera como cualquier otra disciplina científica, en base a parámetros racionales y empíricos: el arte “no es más que una especie de botánica aplicada no a las plantas, sino a las obras del hombre”. Considera las obras de arte “productos de los que hay que determinar sus características y buscar sus cauces”, aceptando cualquier forma artística como “manifestaciones del espíritu humano”. Jakob Burckhardt, en La cultura del Renacimiento en Italia (1860), esbozó desde la perspectiva del historicismo un análisis del arte estudiado desde cualquier fenómeno que rodea al mundo del arte: desde la política y la moral, hasta la vida doméstica y la situación de la mujer. Igualmente, Jean Marie Guyau, en El arte desde el punto de vista sociológico (1888), planteó una visión evolucionista del arte, afirmando que el arte está en la vida, y que evoluciona como ésta; y, al igual que la vida del ser humano está organizada socialmente, el arte debe ser reflejo de la sociedad.[9]

La sociología del arte tuvo en el siglo XIX una gran vinculación con el realismo pictórico y el naturalismo literario, así como con movimientos políticos de izquierdas, especialmente el socialismo utópico: autores como Henri de Saint-Simon, Charles Fourier y Pierre Joseph Proudhon defendieron la función social del arte, que contribuye al desarrollo de la sociedad, aunando belleza y utilidad en un conjunto armónico.[10] Por otro lado, en el Reino Unido, la obra de teóricos como John Ruskin y William Morris aportó una visión funcionalista del arte: en Las piedras de Venecia (1851-1856) Ruskin denunció la vulgarización del arte llevada a cabo por la sociedad industrial, así como la degradación de la clase obrera, defendiendo la función social del arte. Asimismo, en El arte del pueblo (1879) pidió cambios radicales en la economía y la sociedad, reclamando un arte “hecho por el pueblo y para el pueblo”. Por su parte, Morris –fundador del movimiento Arts & Crafts– defendió un arte funcional, práctico, que satisfaga necesidades materiales y no sólo espirituales. En Los fines del arte (1887) postuló un concepto de arte utilitario pero alejado de sistemas de producción excesivamente tecnificados, próximo a un concepto del socialismo cercano al corporativismo medieval.[11]

Por otro lado, la función del arte fue cuestionada por el escritor ruso Lev Tolstoi: en ¿Qué es el arte? (1898) se planteó la justificación social del arte, argumentando que siendo el arte una forma de comunicación sólo puede ser válido si las emociones que transmite pueden ser compartidas por todos los hombres. Para Tolstoi, la única justificación válida es la contribución del arte a la fraternidad humana: una obra de arte sólo puede tener valor social cuando transmite valores de fraternidad, es decir, emociones que impulsen a la unificación de los pueblos.[12]

La sociología del arte en el siglo XX [editar]

Fuente, de Marcel Duchamp. El siglo XX supone una pérdida del concepto de belleza clásica para conseguir un mayor efecto en el diálogo artista-espectador.

El arte contemporáneo ha presentado una gran atomización de estilos, reflejando ideas culturales y filosóficas que se fueron gestando en el cambio de siglo XIX-XX, en muchos casos contradictorias: la superación de las ideas racionalistas de la Ilustración y el paso a conceptos más subjetivos e individuales, partiendo del movimiento romántico y cristalizando en la obra de autores como Kierkegaard y Nietzsche, suponen una ruptura con la tradición y un rechazo de la belleza clásica. El concepto de realidad fue cuestionado por las nuevas teorías científicas: la subjetividad del tiempo (Bergson), la relatividad de Einstein, la mecánica cuántica, la teoría del psicoanálisis de Freud, etc. Por otro lado, las nuevas tecnologías hacen que el arte cambie de función, ya que la fotografía y el cine ya se encargan de plasmar la realidad. Los movimientos de vanguardia pretendieron integrar el arte en la sociedad, buscando una mayor interrelación artista-espectador, ya que es este último el que interpreta la obra, pudiendo descubrir significados que el artista ni conocía. Es lo que Umberto Eco denominó “obra abierta”: una obra que expresa con mayor libertad la concepción del artista, pero que a la vez establece un diálogo con el espectador, al tener un número ilimitado de interpretaciones. A veces el arte está más en la visión que le otorga el espectador que no en su propio proceso productivo, como en los ready-made de Marcel Duchamp.[13]

El arte contemporáneo está íntimamente ligado a la sociedad, a la evolución de los conceptos sociales, como el mecanicismo y la desvalorización del tiempo y la belleza. Es un arte que destaca por su instantaneidad, necesita poco tiempo de percepción, con oscilaciones continuas del gusto, cambiando simultáneamente: así como el arte clásico se sustentaba sobre una metafísica de ideas inmutables, el actual, de raíz kantiana, encuentra gusto en la conciencia social de placer (cultura de masas). En una sociedad más materialista, más consumista, el arte se dirige a los sentidos, no al intelecto. Cobra especial relevancia el concepto de moda, una combinación entre la rapidez de las comunicaciones y el aspecto consumista de la civilización actual. Las últimas tendencias artísticas pierden incluso el interés por el objeto artístico: el arte tradicional era un arte de objeto, el actual de concepto. Hay una revalorización del arte activo, de la acción, de la manifestación espontánea, efímera, del arte no comercial (arte conceptual, happening, environment).[14]

Marxismo [editar]

La teoría del materialismo dialéctico formulada en el siglo XIX por Marx y Engels tuvo derivaciones en el campo de la teoría del arte en el siglo XX, sobre todo en Rusia. De la obra de Marx se desprendía que el arte es una “superestructura” cultural determinada por las condiciones sociales y económicas del ser humano. Marx consideraba el fenómeno artístico como uno de los factores integradores de la dinámica social, y puntualizó la alienación del arte en relación a los grupos sociales. Para Marx, el arte es un componente de la ideología: cada ideología se corresponde con una visión del mundo que trata de justificar el orden social establecido. Así, la ideología artística equivale a una manera de representar que tiende a justificar la realidad social resultante de las relaciones económicas de producción. Para los marxistas, el arte es reflejo de la realidad social, si bien el propio Marx no veía una correspondencia directa entre una sociedad determinada y el arte que produce. Georgi Plejanov, en Arte y vida social (1912), formuló una teoría materialista que rechaza el “arte por el arte”, así como la individualidad del artista ajeno a la sociedad que lo envuelve. Después de la Revolución Soviética el arte, enmarcado en el realismo socialista, fue estandarizado en unos parámetros definidos principalmente por Maksim Gorki y Andrei Zhdanov: el artista ha de ser catalizador de las fuerzas sociales, fomentando el proceso revolucionario marxista.[15]

Para György Lukács el arte de vanguardia es reflejo del “irracionalismo burgués”. Influido por Wilhelm Dilthey y su distinción entre “ciencias de la naturaleza” y “ciencias del espíritu”, aplicó esta diferencia para establecer una ontología del arte: si la ciencia trata “con los hechos y con sus conexiones”, el arte “nos ofrece almas y destinos”. Para Lukács, el arte está ontológicamente ligado a la verdad, a una verdad mítica perdurable en el trasfondo del hombre durante milenios. En Historia y conciencia de clase (1925) aplicó la dialéctica marxista al arte, concibiendo este como una estructura profunda y recurrente inherente al devenir histórico a lo largo del tiempo. El arte es así un fenómeno mimético que recoge los aspectos más esenciales y universales de los acontecimientos históricos. Para Lukács, “el arte verdadero representa siempre la totalidad de la vida humana”.[16]

Walter Benjamin analizó el arte de vanguardia, que para él es “la culminación de la dialéctica de la modernidad”, el final del intento totalizador del arte como expresión del mundo circundante. Intentó dilucidar el papel del arte en la sociedad moderna, realizando un análisis semiótico en que el arte se explica a través de signos que el hombre intenta descifrar sin un resultado aparentemente satisfactorio. Para él, la modernidad implica una fractura semiótica que sumerge al hombre en la confusión, impeliéndole a su vez a una búsqueda de la verdad. Aunque aparentemente el arte tiene una función reconciliadora entre el hombre y el mundo, la propia naturaleza artificial de este hace que nos conduzca a falsas premisas de verdad. En La obra de arte en la época de la reproductibilidad técnica (1936) analizó la forma cómo las nuevas técnicas de reproducción industrial del arte pueden hacer variar el concepto de este, al perder su carácter de objeto único y, por tanto, su halo de reverencia mítica; esto abre nuevas vías de concebir el arte –inexploradas aún para Benjamin– pero que supondrán una relación más libre y abierta con la obra de arte.[17]

Theodor W. Adorno, como Benjamin perteneciente a la Escuela de Frankfurt, defendió el arte de vanguardia como reacción a la excesiva tecnificación de la sociedad moderna. Contrariamente al concepto estructural de Lukács, Adorno puso énfasis en la forma artística, que para él es donde se manifiesta el contenido ideológico subyacente en el arte, si bien de una forma distorsionada, como en un espejo roto. En su Teoría estética (1970) afirmó que el arte es reflejo de las tendencias culturales de la sociedad, pero sin llegar a ser fiel reflejo de esta, ya que el arte representa lo inexistente, lo irreal; o, en todo caso, representa lo que existe pero como posibilidad de ser otra cosa, de trascender. El arte es la “negación de la cosa”, que a través de esta negación la trasciende, muestra lo que no hay en ella de forma primigenia. Es apariencia, mentira, presentando lo inexistente como existente, prometiendo que lo imposible es posible.[18]

Una nueva disciplina [editar]

El Museo Guggenheim Bilbao. El siglo XX ha puesto de manifiesto una mayor interrelación entre el arte y la sociedad, lo que se ha hecho patente en la proliferación de nuevos museos.

La sociología del arte como disciplina metodológica aplicada de forma sistemática al estudio del arte nace después de la Segunda Guerra Mundial, debida sobre todo a la obra de Friedrich Antal y Arnold Hauser, provenientes ambos del formalismo de la Escuela de Viena.[19] Antal sentó en La pintura florentina y su ambiente social (1948) las bases de este nuevo método de estudio del arte, relacionando arte y sociedad como una estructura unificada regida por principios causales. Para este autor, el arte ha de analizarse desde todos los factores que intervienen en su génesis, sean sociales, políticos, económicos, culturales, etc. Aún así, no reniega del análisis formal de la obra de arte, ni del aporte que puede proporcionar la sensibilidad al estudio del hecho artístico.[20]

La obra de Arnold Hauser tuvo más éxito y difusión, y supuso una mayor sistematización y categorización de esta disciplina, por lo que muchos le consideran el padre de la moderna sociología del arte. Discípulo de Heinrich Wölfflin y Max Dvořák, su adscripción al marxismo será evidente en toda su obra, por lo que recibió numerosas críticas. Sin embargo, la obra de Hauser, una vez eludida su ideología, es fuente indispensable para el estudio sociológico del arte. En Historia social de la literatura y el arte (1951), Hauser intentó explicar la historia del arte desde el materialismo histórico, por lo que, si bien adolece de excesiva esquematización ideológica, este primer intento de análisis social del arte sentará las bases de la sociología del arte. En Teorías del arte (inicialmente Filosofía de la historia del arte, 1958), sentó de forma más elaborada las bases del estudio sociológico del arte, delimitando sus objetivos y analizando el arte por estratos culturales. Por último, en Sociología del arte (1974), realizó la aportación más completa a esta disciplina, analizando de forma rigurosa los distintos componentes teóricos que repercuten en esta ciencia.[21]

Más adelante, Pierre Francastel supuso un intento de abandonar el determinismo al que se había encaminado la sociología del arte, intentando establecer unas bases más amplias de análisis, sustentadas sobre todo en el componente cultural del arte y de la sociedad. Defiende el carácter específico del lenguaje artístico, optando por la obra de arte como punto de partida, en vez del contexto social. Su análisis es multidisciplinar, aportando a la sociología del arte recursos provenientes del estructuralismo y la semiología. En Pintura y sociedad (1951), analizó la historia de la pintura desde la evolución del pensamiento, si bien no profundiza demasiado en el componente social, por lo que se ha criticado a Francastel como formalista que aplica el método sociológico sin sacar conclusiones de él.[22]

Igualmente, Lucien Goldmann abre la sociología del arte a otras disciplinas como la antropología, la lingüística o la psicología, proponiendo un “estructuralismo genético” en el que el lenguaje es reflejo de una determinada “visión del mundo” presente en toda estructura social. Asimismo, Pierre Bourdieu enfatizó el origen sociocultural del arte vinculándolo al comportamiento humano, analizando pautas de comportamiento presentes en distintas sociedades, desde las más primitivas hasta las más avanzadas.[23]

Progresivamente la sociología del arte fue ampliando su horizonte metodológico, surgiendo en los años 1970 varias tendencias que analizan el arte desde diversos factores: Jean Gimpel, en Contra el arte y los artistas (1968), hizo un repaso histórico al arte producido desde Giotto desde el punto de vista de la condición social del artista y de la inserción de la obra de arte en el contexto económico que la produce, incidiendo especialmente en factores como el mecenazgo y el coleccionismo. De igual manera, Raymonde Moulin analizó en El mercado de la producción artística en Francia (1967) los factores incidentes en un campo específico como es el mercado del arte, sentando las bases de gran número de obras que incidirán en el tema. De forma similar, Michael Baxandall sintetizó la sociología del arte con la estética, la lingüística y la semiótica, creando un método que denominó “explicación histórica de los cuadros”: la obra de arte debe interpretarse, afirma, como una “verbalización” de la imagen proveniente de diversos estereotipos inherentes a estructuras de pensamiento producidas en cada momento histórico. Svetlana Alpers elaboró una teoría basada en la representación de los lenguajes culturales y su estructura gnoseológica, relacionando diversos campos de manifestación cultural: arte, ciencia, religión, técnica, poesía, junto a demás aspectos sociales y semióticos de la cultura.[24]

Peter Burke, pese a no ser historiador del arte, incluyó el arte en sus estudios de historia social, que aglutina el análisis antropológico y cultural, analizando en El Renacimiento italiano (1972) la posición social del artista, así como el mecenazgo y la función del arte. Por otro lado, Rudolf Wittkower plasmó en Nacidos bajo el signo de Saturno (1963) uno de los mejores tratados sobre la evolución de la condición social del artista, así como su carácter y conducta social. De igual manera, Patrones y pintores (1963) de Francis Haskell es referencia obligada sobre el patronazgo artístico.[25]

Uno de los más recientes terrenos de estudio de la sociología del arte es el de la cultura de masas, vinculada a la apertura actual del concepto del arte y a la atomización de estilos y de materiales presente en el arte contemporáneo, con utilización de nuevos soportes y nuevas tecnologías: la fotografía, el cine, el video, el cartel, el cómic, el diseño, la publicidad, el graffiti, la moda, la utilización del cuerpo (body-art) o la naturaleza (land-art) como soporte artístico, o la performance y el happening, suponen un nuevo abanico de posibilidades para el arte contemporáneo, y un nuevo objeto de estudio para la sociología del arte. En La era neobarroca (1987), Omar Calabrese pretende aglutinar todas estas manifestaciones en una “estética social” basada en el gusto común presente en la expresión y comunicación de estas nuevas tipologías, independientemente de su función y cualidad.[26]

Críticas [editar]

La sociología del arte ha recibido diversas críticas provenientes de variados sectores, desde la propia Historia del arte o la misma sociología, hasta la filosofía o la antropología. En especial, las críticas han incidido especialmente en la escuela marxista: Hauser fue criticado por su intento de formular una teoría universal que integrase el estudio del arte en el contexto de un análisis holístico sobre el ser humano, sin detenerse a analizar la obra de arte en sí misma –su estructura, significado o relevancia artística–. Su obra Historia social de la literatura y el arte fue duramente criticada por Ernst Gombrich, que señaló las deficiencias de su enfoque teórico y metodológico, así como la superficialidad y falta de rigor histórico de muchas de sus formulaciones. Se critica a Hauser la rigidez de un determinismo que sólo encuentra en el arte un producto de las condiciones socio-económicas. De igual forma, Nikos Hadjinikolaou fue tachado de mecanicista, por negar el talento creador de los artistas, sin lugar para la improvisación o la innovación, o cualquier circunstancia espontánea e improvisada en el devenir del hecho artístico. Antal, sin ser tan dogmático, fue igualmente criticado, aunque por lo general se considera su estudio como una valiosa aportación a la Historia del arte.[27]

El estructuralismo de Francastel ha sido igualmente criticado: según este autor, cualquier sociedad debe expresarse por medio de dos distintas vías –capacidades técnicas y necesidades simbólicas–, siendo el pensamiento artístico una forma de pensamiento visual, y cada momento histórico un contraste entre pensamientos visuales antiguos y nuevos. Siendo así, se ha criticado que no valora la figura del artista, y que se cuestiona la relación entre arte y técnica, a la vez que no consigue formular unas conclusiones claras y definitivas de los planteamientos que confecciona. De igual forma, se ha señalado su estilo abstracto e impreciso, la ambigüedad y falta de concreción de sus expresiones, su tendencia a la generalización y su escasez de referencias bibliográficas. Hadjinikolaou dijo de él que era "un formalista que había conseguido convencer a la gente de que hacía sociología del arte".[28]

Véase también [editar]

Referencias [editar]

  1. Bozal (1999), vol. II, p. 332.
  2. Bozal (2000), vol. I, p. 147.
  3. Furió (1995), p. 13-15.
  4. Furió (1995), p. 15-24.
  5. Beardsley-Hospers (1990), p. 71.
  6. a b Givone (2001), p. 101-102.
  7. Eco (2004), p. 329.
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  9. Givone (2001), p. 102-104.
  10. Furió (1995), p. 31.
  11. Givone (2001), p. 112-113.
  12. Beardsley-Hospers (1990), p. 73.
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  16. Bozal (1999), vol. II, p. 185-188.
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  20. Bozal (1999), vol. II, p. 333-334.
  21. Furió (1995), p. 49-50.
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  23. Bozal (1999), vol. II, p. 336-339.
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  26. Bozal (1999), vol. II, p. 343-345.
  27. «Sociología del arte e historia social del arte». Consultado el 29-11-2009.
  28. Furió (1995), p. 51.

Bibliografía [editar]

  • Beardsley, Monroe C. y Hospers, John (1990). Estética. Historia y fundamentos. Cátedra, Madrid. ISBN 84-376-0085-5.
  • Bozal, Valeriano (y otros) (2000). Historia de las ideas estéticas y de las teorías artísticas contemporáneas (vol. I). Visor, Madrid. ISBN 84-7774-580-3.
  • Bozal, Valeriano (y otros) (1999). Historia de las ideas estéticas y de las teorías artísticas contemporáneas (vol. II). Visor, Madrid. ISBN 84-7774-581-1.
  • Eco, Umberto (2004). Historia de la belleza. Lumen, Barcelona. ISBN 84-264-1468-0.
  • Furió, Vicenç (1995). Sociologia de l'art. Barcanova, Barcelona. ISBN 84-7533-973-5.
  • Givone, Sergio (2001). Historia de la estética. Tecnos, Madrid. ISBN 84-309-1897-3.

Enlaces externos [editar]

SOCIOLOGÍA3: SOCIOLOGÍA DE LA LITERATURA. La sociología de la literatura, en concreto, establece conclusiones que parten de la consideración de la literatura como realidad, fenómeno o institución social, en tanto que relaciona las obras literarias y sus creadores, la sociedad y el momento histórico en que nacen, y la orientación política que las inspira.

Sociología de la literatura

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La sociología de la literatura es un método de estudio de las obras literarias de los llamados trascendentes, es decir, aquellos que analizan las obras en virtud de una clave interpretativa que está más allá de la configuración lingüística del texto.

La sociología de la literatura, en concreto, establece conclusiones que parten de la consideración de la literatura como realidad, fenómeno o institución social, en tanto que relaciona las obras literarias y sus creadores, la sociedad y el momento histórico en que nacen, y la orientación política que las inspira.

  • Existe otro término, sociocrítica, que, aunque en origen no es sinónimo de sociología de la literatura, ha terminado con el tiempo por referirse, aunque de forma más restringida, al mismo ámbito de estudio. La sociocrítica fue una disciplina surgida dentro de la Nouvelle Critique francesa, y buscaba distanciarse de la estética marxista tradicional a través del uso de principios metodológicos propios de la Semiótica, la Neorretórica y la Hermenéutica. En este sentido, la sociocrítica se concentra exclusivamente en las estructuras textuales y su relación con la sociedad (en sentido lato), a diferencia de la sociología de la literatura que aborda también todo el proceso de producción, distribución, reedición y recepción de las obras.

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Introducción [editar]

La necesidad de integrar los hechos literarios en la historia de las sociedades humanas es un descubrimiento casi contemporáneo de los inicios de la ciencia histórica tal y como se entendía a finales del siglo XVIII, es decir, requiere tener en cuenta la obra de Vico, Schlegel, Schiller, Madame de Staël y desde luego Hegel. La obra de Madame de Staël, De la littérature considérée dans ses rapports avec les institutions sociales (1800) es una referencia obligada para trazar una historia de las relaciones entre literatura y sociedad.

Son diversas las relaciones que se pueden establecer entre literatura y sociedad, aunque básicamente se reducen a dos: el análisis puede pretender ilustrar la sociedad utilizando el texto literario como un documento de época o establecer conclusiones acerca de la obra basadas, en último término, en las relaciones que se presumen entre las estructuras literarias y las sociales. Normalmente, esta segunda línea se adscribe filosóficamente al ámbito del marxismo.

La sociocrítica se interesa por la procedencia y condición social de los autores, así como por sus ideas políticas y sociales como ciudadanos y su grado de integración en el proceso social; se interesa también por el grado de dependencia de los escritores respecto de la clase dominadora o las fuentes económicas que le permitían subsistir, y la necesidad de trazar una historia del autor en la sociedad.

El estudio de la base económica de la literatura y de la condición social del escritor aparece unido al conocimiento del público al que se dirige y del cual depende económicamente. También se estudia dentro de la sociocrítica el papel desempeñado por instituciones sociales y asociaciones como el salón, el café, la academia y la universidad, y, desde luego, el papel del Estado y su intervención en el apoyo o en la prohibición de la lectura, su control mediante la censura o quema de libros.

El marxismo y los estudios literarios [editar]

La crítica literaria marxista se ha consagrado a explicar la influencia de razones económicas en la literatura y a señalar cómo esta debía ayudar en el camino hacia el socialismo. Sus figuras más relevantes son Gramsci, Lukács, Goldmann, Adorno, Althusser, Williams, Macherey y Galvano della Volpe, que, aunque se diferencian entre sí de forma notable, comparten la misma preocupación por los problemas generales de una teoría del arte: el juicio estético debe relacionarse con el mundo social e histórico, que proporciona la matriz de las significaciones. El valor estético no puede ser aprehendido sino en relación con la dimensión social del texto.

El precepto del realismo socialista según el cual la literatura debería reflejar la realidad y mostrar ciertas actitudes políticas, está profundamente arraigado en la crítica marxista. Esta teoría es uno de los argumentos con los que la crítica marxista hizo frente a las teorías formalistas. La idea de que el arte es reflejo de la estructura social aparece en numerosos textos marxistas y recibió su mejor formulación en las obras de Lúkacs.

Lukács [editar]

Cuando un crítico marxista analiza la literatura, parte de la convicción de que no se dedica a materias de opinión, sino a una realidad que es fruto de condicionantes políticos y sociales objetivos. Lo esencial de la práctica lukácsiana, por ejemplo, es el estudio detenido de un texto literario a la luz de cuestiones sociales de largo alcance. El punto de arranque es el escritor, una obra concreta, y a partir de aquí la argumentación del crítico húngaro se desplaza a niveles muy superiores mediante divagaciones muy complejas. La categoría esencial en el pensamiento de Lukács es la de totalidad, que resulta también esencial en Goldmann.

Lukács considera que el novelista no debería renunciar a la totalidad como perspectiva, pues solo en este caso la obra artística supone no ya un reflejo del mundo sino su descubrimiento y su conocimiento. En este sentido, la verdadera literatura refleja la realidad, es decir, las objetivas circunstancias históricas y sociales anteriores a su representación artística. Cualquier obra literaria verdadera salta por encima de estilos o temas para presentar al lector una visión totalizadora de la realidad.

Para Lukács y para una parte del pensamiento marxista, el realismo determina el valor de las obras artísticas. El artista debe tender a la creación de obras que reflejen la realidad tal y como las concebía la ciencia del socialismo.

La forma que toma la obra debe ser aquella que con mayor inmediatez permita acceder al contenido, no debe funcionar como obstáculo, no debe servir de distracción de la realidad que cuente el autor. El escritor debe aspirar a la máxima transparencia y no deformar los objetos que represente. Desde este punto de vista, el ideal sería que no existiera forma, lo que supondría identificar o superponer ambos planos: el mundo y la literatura.

Lucien Goldmann [editar]

La compleja relación que une y separa al individuo con la sociedad es uno de los grandes temas de la investigación de origen marxista. Entre quienes mejor teorizaron sobre los vínculos que unen las ideas políticas y sociales con la literatura está Lucien Goldmann y su propuesta de sujeto colectivo.

Goldmann estudia los textos para comprobar en qué medida recogen la visión del mundo, de la clase o grupo social a que pertenece su autor. Cuanto más se acerque un texto a la articulación más completa de esa visión, más clara será su validez artística. Las obras literarias no deben verse sólo como creaciones de individuos sino de un sujeto colectivo, de unas estructuras mentales trans-individuales, es decir, de las ideas y valores que comparte un grupo. De acuerdo con estos principios, la interpretación de una obra literaria no consiste en señalar sus rasgos lingüísticos inmanentes. Para entenderla en su más amplio sentido debe recurrirse a las estructuras sociales, que dan cuenta de su génesis en una situación concreta.

Goldmann llamó estructuralismo genético a este modo de abordar el estudio de la literatura.

Terry Eagleton [editar]

Terry Eagleton ha propuesto estudiar las obras literarias a partir de unos niveles que se relacionan y articulan en un proceso continuo, con la intención de capturar o definir el inasible espacio en el que se mueve lo literario. Ninguna categoría es suficiente para determinar por sí sola qué es la literatura, cómo y por qué surge.

Para ello, propone conocer, en primer lugar, el Modo general de producción (el feudalismo, el capitalismo) que es dominante en la sociedad que produce unos textos; en segundo lugar, se refiere al Modo literario de producción, que se define como una unidad de ciertas fuerzas y relaciones sociales de la producción literaria en una determinada formación social (en los estudios sobre la imprenta, por ejemplo). En tercer lugar, destaca la Ideología general, constituida por los discursos acerca de creencias y valores que están relacionadoscon las estructuras de producción material, y que reflejan las relaciones entre las experiencias vividas de sujetos individuales con las condiciones sociales en que se producen.

Esta Ideología general no siempre estará de acuerdo con el Modo literario de producción y el Modo general de producción. La clase social, el sexo, la nacionalidad, las creencias, etc. componen la ideología del autor, que se insertará o no de manera armoniosa en la Ideología general, pues entre ambas puede haber homología efectiva o una profunda contradicción (así podría ocurrir entre la ideología del autor y la expresada en la obra literaria).

La Ideología estética sería el estrato más complejo, que interesa desde el papel de la estética o de la cultura dentro de una determinada formación social, el carácter más o menos avanzado de algunas realizaciones literarias, etc. Y finalmente, el texto, que es el producto que nace de la convergencia de los elementos mencionados.

Pierre Bourdieu: teoría del campo literario [editar]

Bourdieu considera que es necesario superar la antinomia entre lo que él llama explicaciones internas y explicaciones externas del hecho literario (la estructuralista y marxista, respectivamente). El problema, según él, radica en que tanto el marxismo como los análisis formales han ignorado la cuestión de la lógica interna de los objetos culturales y los grupos que los producen (juristas, intelectuales, artistas...).

Bourdieu señala, entonces, que las sociedades modernas se organizan en campos, en espacios sociales de creación cultural, científica, jurídica, etc. que no responden a una lógica única, ni a una jerarquía que los unifique. Desde el punto de vista metodológico, ya no es posible acceder al estudio de la sociedad a partir de las nociones de estructura y superestructura, porque lo objetivo y lo subjetivo, lo simbólico y lo material son elementos indisolubles. Para hacer frente a las carencias de los análisis internos y externos, Bourdieu ha desarrollado la teoría mencionada. Los campos median entre estructura y superestructura, pero permiten una autonomía de estudio, pues presentan una lógica y organización peculiares.

Para Bourdieu es esencial atender al microcosmos en el que se producen obras culturales y estudiar las relaciones que sostiene cada agente o institución con los demás. El campo vendría a ser el espacio en el que se enmarcan estas relaciones y en este ámbito se engendran las estrategias de los productores, la forma de arte que preconizan, las alianzas que sellan, las escuelas que fundan. Los determinantes externos invocados por los críticos marxistas sólo pueden ejercerse por mediación de las transformaciones de la estructura del campo, que ejerce un efecto de refracción parecido al de un prisma. Sólo si se conocen las leyes mediante las que funciona (su coeficiente de refracción, su grado de autonomía), podrán comprenderse los cambios en las relaciones entre escritores, entre los partidarios de los diferentes géneros, concepciones artísticas que suceden cuando se produce un cambio de régimen político o un reajuste económico.

El proceso de análisis de las obras culturales consiste en la correspondencia entre dos estructuras homólogas, la estructura de las obras (géneros, formas, estilos, temas) y la estructura del campo literario. La razón por la que se producen cambios en la cultura, por ejemplo los estudios literarios, reside, según Bourdieu, en los conflictos que surgen de los campos de producción correspondientes. Estas luchas pretenden conservar o transformar la relación de fuerzas instituida. Las estrategias de los agentes y de las instituciones inscritos en estas pugnas, es decir, sus tomas de posición (tanto específicas, como podrían ser las estilísticas, como las no específicas como las políticas) dependen de la posición que ocupen en la estructura del campo, en la distribución de lo que él llama capital simbólico específico y que, por mediación de las disposiciones constitutivas de su habitus, les impulsa ya sea a conservar ya sea a transformar la estructura de esa distribución.

El campo es un mundo relativamente autónomo con sus reglas y su lógica, porque impone los agentes y los objetos que pueden entrar en él. Se trata de un espacio de conflictos en el que los contendientes luchan por monopolizar el capital común. Los agentes que forman el campo (clases, grupos, instituciones) pugan dentro de él para mantenerlo o cambiarlo. Su funcionamiento no puede reducirse a una única lógica. Por lo demás, los campos, tal y como los define Bourdieu, no son entidades intemporales, sino que cambian, se desarticulan y vuelven a articularse de otra manera, es decir, se transforman.

Literatura y compromiso: Sartre [editar]

El dilema de si el escritor debe tomar posición frente a los problemas contemporáneos o atender a su mundo interior ha estado siempre presente: la pregunta arranca de Platón, pero ha tomado un cariz especial a raíz de las guerras mundiales, los genocidios o la degradación de las relaciones humanas y de la naturaleza.

El debate acerca de la transformación de la sociedad a través del arte sufrió un gran impacto con la aparición de ¿Qué es la literatura? (1948) de Jean Paul Sartre.

Sartre dirigió su ensayo a sus contemporáneos pero su objetivo concreto fue rebatir las opiniones vertidas por Julien Benda (1867-1956) en un conjunto de estudios sobre literatura titulado La France byzantine (1945) y en un ensayo aparecido en 1927 y titulado La trahision de los clercs (la traición de los intelectuales).

Ya durante la Primera Guerra Mundial Benedetto Croce había despreciado a los intelectuales que ignoraron su compromiso con la verdad al avalar las mentiras de la propaganda de la guerra, y en 1925 condenó el manifiesto de los intelectuales fascistas. Sus consideraciones no pasaron desapercibidas, pero fue Julien Benda quien más reflexionó en aquellos años sobre el papel que debía cumplir el intelectual en la sociedad. Benda abominaba de aquellos autores que no abordaban las grandes cuestiones que afectaban desde siempre al ser humano y se consagraban a las menudencias políticas de cada día, despreocupándose de los problemas mayores e infectando sus propios escritos con lo cotidiano.

Sartre responde asegurando que la misión del escritor es arrimar el hombro en el momento que le ha tocado vivir, y escribir para los contemporáneos en vez de mirar el mundo con ojos futuros. El escritor no es sinónimo de creador, sino casi de soldado o de combatiente. Frente a los calificativos de obra hermosa o emocionante, el existencialismo de Sartre valora las obras en función de su importancia, de la eficacia para la causa a la que se adhiere. No son sus valores estéticos los que cuentan sino la influencia que su mensaje puede ejercer enn los contemporáneos. Lo primordial de la literatura es servir a la comunidad, y eso es lo que platea Sartre en ¿Qué es la literatura?, donde propuso tres preguntas: ¿Qué es escribir?, ¿Por qué escribir? y ¿Para quién se escribe?

Sartre libera de compromiso a la poesía, porque según él, no utiliza palabras-signos sino palabras-cosas, del mismo modo que la música usa sonidos o la pintura colores. Para el prosista las palabras son significados, son las armas de las que se vale; para el poeta, las palabras son la cosa misma. El escritor vive en una situación, de modo que el silencio es tan responsable, tan culpable, como la acción. Todo escrito posee un sentido, aunque diste de aquel que el escritor quiso dar a sus páginas, pero inevitablemente, el escritor está comprometido hasta su retiro más íntimo, tanto si opina mediante su obra como si calla. Según Sartre, el placer estético es puro cuando llega por añadidura, pero primero ha de reflexionarse sobre la intención de lo que se escribe y solo después considerar el estilo o la construcción literaria.

Para Sartre, en definitiva, se escribe para revelar la relación del hombre con el mundo, lo que implica que se escribe para el público (contemporáneo) y, además, con el objeto de incitar a quienes nos rodean a tomar postura ante lo que se tiene delante. La idea básica es, entonces, que no hay comunicación al margen del tiempo; las obras del espíritu se producen para ser consumidas en el mismo lugar y momento en que se producen.

SOCIOLOGÍA3: SOCIOLOGÍA DE LA DESVIACIÓN. La sociología de la desviación es la rama de la sociología que se encarga del estudio del consenso sobre las normas sociales, los actos y comportamientos que se desvían de éstas y el sistema de control social construido para evitar tales desviaciones.

Sociología de la desviación

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El incumplimiento de las normas es uno de los principales ámbitos de estudio de la sociologia de la desviación.

La sociología de la desviación es la rama de la sociología que se encarga del estudio del consenso sobre las normas sociales, los actos y comportamientos que se desvían de éstas y el sistema de control social construido para evitar tales desviaciones.[1]

La desviación es un tema fundamental en sociología y desde el nacimiento de esta disciplina ha sido una de sus principales preocupaciones.[1] En este sentido las principales corrientes sociológicas han dado su interpretación sobre el cómo y el porqué del incumplimiento de las normas sociales.

La desviación ha sido analizada desde distintas disciplinas, como la filosofía, el derecho, la biología o la medicina. Además, en los últimos años se han desarrollado estudios en criminología, disciplina con la que la sociología de la desviación esta íntimamente ligada. Si bien la primera se centra más en la relación entre la víctima, el victimario y las leyes, la sociología de la desviación analiza también las conductas que - sin estar prescritas como delitos- son catalogadas como anormales y reciben algún tipo de sanción social.[2]

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Concepto de desviación desde una perspectiva sociológica [editar]

En sociología se considera una desviación cualquier acto o comportamiento, aunque sea simplemente verbal, de una persona o un grupo que viole las normas de una colectividad, y consecuentemente conlleve algún tipo de sanción.[3] Sin embargo, ésta no es una característica intrínseca de ciertos actos, sino que depende de la respuesta y la definición que los miembros de una colectividad le atribuyan. En palabras de uno de los fundadores de la sociología:

No lo reprobamos porque es un crimen, sino que es un crimen porque lo reprobamos.

Es por ello que un acto sólo puede ser juzgado como desviado en relación a:

  • Un contexto histórico: ya que la concepción de desviación varía en el tiempo, por ejemplo ser zurdo ha sido considerado en muchas sociedades históricas como una forma de desviación.[5]
  • Una sociedad concreta: como es notorio, las diferentes sociedades que comparten un momento histórico pueden tener diferentes concepciones de la desviación. Un ejemplo actual sería la poligamia, que en algunas sociedades es una muestra de prestigio y en otras un delito.
  • Un contexto situacional: Muchas actividades son permitidas, e incluso bien vistas, dentro una situación, y juzgadas como desviadas en otra. Por ejemplo, a ninguna sociedad se le ha ocurrido prohibir las relaciones sexuales, pero casi todas limitan su práctica, prohibiendo realizarlas en público, fuera del matrimonio, etc.

Esta aproximación relativista a la desviación, que caracteriza a la Sociología, ya había sido anticipada por algunos pensadores. Cabe destacar al filósofo francés Pascal que ya en el siglo XVII declaraba:

No hay nada justo o injusto que no cambia de cualidad con el cambiar del clima, tres grados de latitud subvierten toda la legislación[...] En pocos años las leyes fundamentales cambian, el robo, el incesto, el asesinato de padres e hijos, todo ha encontrado un lugar entre las acciones virtuosas.

Ya en el siglo XX los estudios de Antropología comparada han puesto de manifiesto que realmente existen muy pocas formas de desviación que puedan considerarse universales. Sin embargo, y contradiciendo a Pascal, existe un Consenso científico sobre que el incesto entre padre e hija ha resultado tabú en todas sociedades durante toda la historia, llegando Claude Lévi-Strauss a considerar su prohibición como el origen de la vida cultural y del resto de las instituciones sociales.[7]

Las normas [editar]

Artículo principal: Norma social
Diferentes tipos de normas y tipo de desviación que implica su incumplimiento.

El concepto de desviación está íntimamente ligado al concepto de norma, ya que es de la norma de lo que un comportamiento se desvía. Por ello se afirma que donde no existe norma no puede existir desviación.[1]

Las normas sociales se definen como proposiciones que prescriben a individuos o grupos el comportamiento adecuado en determinadas situaciones, o bien las acciones a evitar.[8] Pueden ser clasificadas según diversos criterios, pero el más habitual dentro de la sociología de la desviación, es agruparlas dentro de sistemas normativos según el grado de la sanción que se aplica al infractor. Con este sistema obtenemos una clasificación de los comportamientos desviados según su gravedad:

  • Normas penales: Son las recogidas en el código penal, que representa el núcleo duro de cualquier sistema social. Recoge las normas que tutelan los bienes fundamentales del grupo social (la vida, la propiedad, las instituciones, etc). El incumplimiento de éstas es un delito, y convierte al autor en delincuente. Conlleva el tipo de sanción más grave: la pena.
  • Normas jurídicas: Son las normas contenidas en reglamentos u ordenamientos, su violación es un acto ilícito y conlleva sanciones de tipo pecuniario o administrativo.
  • Normas sociales: Es un amplio grupo de normas socialmente reconocidas, como la moda, la tradición, los usos y costumbres, etc. Su incumplimiento no implica una sanción institucionalizada, aunque sí algún tipo de recriminación o reproche social. En las últimas décadas existe la tendencia a reconceptualizar estos comportamientos de desviados en diversos
  • Moral individual: Son las normas autoimpuestas, del tipo no comeré nunca en un McDonald's. Incumplirlas tiene escasa relevancia social, pero puede ser calificado como hipocresía.

En el diagrama puede observarse cómo los distintos sistemas normativos se agrupan unos dentro de otros. Esto se hace para reflejar cómo, por ejemplo, no todas las normas sociales están en el código penal, pero todas las normas del código penal son normas sociales. En realidad este modelo es una simplificación de cómo se interrelacionan los sistemas normativos, ya que existen multitud de excepciones: es habitual que alguna de las normas sociales existentes no sea aceptada por la moral individual de algunas personas, lo que da lugar a la aparición de las subculturas; también sucede a menudo que algunas normas del sistema jurídico o penal no lleguen a integrarse dentro de las normas sociales. Esto sucede, sobre todo, en los sistemas no democráticos, aunque también ocurre en las democracias. Un ejemplo actual es la contradicción de muchas legislaciones con la aceptación social de las descargas por internet. Cuando existen fuertes contradicciones entre los sistemas normativos puede producirse una crisis que los modifique. Por este motivo autores como Durkheim consideran la desviación como un motor del cambio social.[4]

En los últimos años algunos autores han identificado la existencia de situaciones en las que se califica de desviado, no a quien incumple la norma sino a quien la cumple con demasiado celo. Glenna Huls ejemplifica este fenómeno con la concepción social del empollón o de quien paga religiosamente sus impuestos en la sociedad norteamericana.[5]

Teorías presociológicas de la desviación [editar]

El estudio de la desviación es anterior a la aparición de la sociología. Ya en la Antigüedad clásica se desarrollaron las primeras teorías sobre la delincuencia y el castigo, filósofos como Sócrates, Pitágoras, Platón o Aristóteles escribieron sobre ello, atribuyendo los delitos a la herencia o a deficiencias físicas o mentales. En la Edad Media se realizaron algunos estudios médicos para investigar crímenes aislados y Tomás de Aquino en su obra Escolástica, intentó sentar las bases de una Filosofía del Derecho. En los siglos XVIII y XIX ,con la llegada de la ilustración y el positivismo, aparecieron teorías y enfoques cuya influencia ha llegado hasta nuestros días. Dos ejemplos destacados de ello son:

Teoría clásica [editar]

Se denomina Teoría Clásica de la desviación a los esfuerzos teóricos del iluminismo por dar una definición objetiva del delito y de la pena que sustituyese la concepción relativista y arbitraria característica del Antiguo Régimen. Esta objetivización del delito era imprescindible para construir el Estado de derecho- base del Estado liberal- ya que es un prerrequisito necesario del Principio de legalidad, la seguridad jurídica o la Igualdad ante la ley.

El autor más representativo fue Cesare Beccaria, que desarrolló sus ideas en un libro que se ha convertido en un clásico del Derecho: De los delitos y las penas, en el que, en palabras del propio autor, se incluyen

Los presupuestos para una teoría jurídica del delito y de la pena [...] en el cuadro de una concepción liberal del Estado de derecho, basada sobre el principio utilitarístico de la máxima felicidad para el mayor número de personas y sobre la idea del contrato social.
Cesare Becaria.[9]

De acuerdo con estos principios del utilitarismo y el contractualismo, para Beccaria el hombre nace libre, pero establece un contrato con el estado por el que renuncia a parte de su libertad a cambio de seguridad. El delincuente sería alguien que incumple ese contrato, por lo que debe ser sancionado, pero la sanción no tiene un objetivo de venganza sino de prevenir nuevos daños y servir de ejemplo disuasivo al resto de los ciudadanos.

La Teoría Clásica tiene los evidentes límites de que se centra en el delito -sin analizar el resto de desviaciones sociales- y que no investiga sobre las causas de éste, lo que es el objeto principal de las teorías posteriores. Esta teoría tendría una gran influencia sobre la Teoría de la Elección racional, llegando al punto de que algunos autores denominan a esta última como Teoría Neoclásica.

Enfoque Biológico [editar]

Uno de los primeros intentos para entender de manera científica el fenómeno de la desviación se hicieron desde el ámbito de la Biología. Durante el siglo XIX se desarrollaron diversos estudios para intentar descubrir cuáles eran las características físicas que convertían a las personas en desviadas. La idea de poder explicar la conducta delictiva en base a rasgos biológicos tiene interesantes precedentes en algunas legislaciones medievales, en las que se recomendaba a los jueces que dudasen entre dos sospechosos eligiesen a los más feos y deformes.[10] En 1876 el medico penitenciario Cesare Lambroso elaboró una detallada teoría sobre las características físicas que provocaban la delincuencia. Los rasgos físicos descritos eran básicamente simiescos: vello abundante, brazos largos, frente estrecha, mandíbula prominente, etc. Aunque los estudios de Lambroso alcanzaron una gran notoriedad en su época, el determinismo biológico, tras las sucesivas criticas, fue cayendo en desuso hasta mediados del siglo XX, cuando Willians Sheldon realiza un estudio con cientos de jóvenes en el que llega a conclusiones similares. Para Sheldon existen tres tipos básicos de constitución física -Endomorfo, Mesomorfo y Ectomorfo- a los que corresponden tres personalidades diversas, siendo los mesomorfos -con constitución musculosa y atlética- los más predispuestos a delinquir. Los datos de Sheldon fueron reanalizados por Eleonor Glueck llegando a la conclusión de que no puede afirmarse que la constitución atlética sea un buen predictor de la delincuencia, y muchos menos su causa.[11]

Desde los años 80 se está dando una revitalización del enfoque biológico, basada en los avances de la genética. En este ámbito se han hecho particularmente populares los estudios sobre el Síndrome del XYY- una anomalía cromosómica por la que el varón recibe un cromosoma Y extra- que algunos autores relacionan con una tendencia a la violencia, aunque numerosos estudios han confirmado que esto no se observa con frecuencia.[12] [13] [14] [15] [16]

Teorías macrosociológicas de la desviación [editar]

Teoría Funcionalista [editar]

Emile Durkheim, padre del funcionalismo.

Los teóricos funcionalistas se vieron ante la tarea de hallar respuesta a la necesidad, por parte de algunos individuos, de no cumplir las reglas. El primero en describir algunas de las funciones sociales que cumplía la desviación fue Émile Durkheim. Aunque parezca contradictorio, para Durkheim la desviación contribuye a consolidar los valores y las normas culturales, ya que es parte indispensable en el proceso de creación y mantenimiento del consenso sobre las mismas. La base de esta idea es que sin el delito no hay justicia ni es posible por tanto el consenso sobre las ideas del bien y el mal. En este sentido la desviación contribuiría a definir los límites morales. Definiendo a algunos como desviados el resto de la sociedad puede observar claramente el límite entre el bien y el mal. Otra función de la desviación sería el fomento de la unidad social, ya que la respuesta unitaria frente a las acciones extremas de desviación -asesinato, atentados- fortalece el lazo social. Por otro lado la desviación también contribuiría al cambio social, ya que el transgredir una norma invita a reflexionar sobre la necesidad o la conveniencia de ésta, y representa un modelo de conducta alternativo que puede llegar a convertirse en mayoritario, ya que lo que hoy es una conducta desviada puede no serlo en el futuro.[4]

Teoría Marxista [editar]

Aunque ya desde sus inicios el marxismo había tratado temas relacionados con las desviación, es en los años 70 cuando aparecen obras sistemáticas sobre ésta desde una perspectiva marxista. Autores destacados en esta sistematización fueron Iain Taylor, Paul Walton y Jock Young, que argumentaron que las teorías existentes obviaban ciertos factores estructurales -como la desigual distribución del poder y la riqueza- que eran fundamentales para entender las conductas desviadas.[17]

Este argumento fue posteriormente desarrollado por Steven Spitzer, que ejemplificó ampliamente cómo las personas que son etiquetadas como desviadas suelen ser sujetos que obstaculizan el desarrollo del Capitalismo. Spitzer analizó cómo los sujetos que amenazan la propiedad privada -base del Capitalismo- son siempre calificados como desviados, sin embargo los actos de las clases privilegiadas contra los intereses de las subordinadas -como una gran subida del precio de la vivienda- lejos de considerarse desviadas, son asumidas como una legítima defensa de sus intereses. También analiza cómo -al ser la explotación del trabajo otro de los fundamentos del capitalismo- quien no trabaja, sea por imposibilidad -minusválidos, parados involuntarios-, sea por voluntad, tiene muchas posibilidades de ser etiquetado como desviado. Ejemplos de esto los encontramos en la legislación contra vagos y maleantes.[18]

Teoría de la subcultura [editar]

Esta teoría se basa en el principio de que la conducta desviada -al igual que el resto de conductas- se aprende en el ambiente en que se vive. Los actos desviados serían por lo tanto una consecuencia de la socialización en ambientes con valores y normas distintos a los de la sociedad en general. La teoría fue elaborada por Clifford Shaw y Henry Mckay y tiene su origen en los estudios etnográficos realizados por la Escuela de Chicago durante los años veinte. Los investigadores dividieron la ciudad de Chicago en cinco zonas, realizando círculos concéntricos y comparando la tasa de delincuencia y la relación entre el número de delincuentes y el total de la población de cada zona. Los datos evidenciaron que el valor de la tasa disminuía conforme se alejaba del centro, y lo que es más interesante, que entre 1900 y 1920 la relación entre las tasas de delincuencia de cada zona permaneció invariable, a pesar de que en este periodo hubo grandes movimientos de población que cambiaron la composición étnica de cada zona. Estos hechos hicieron llegar a los investigadores a la conclusión de que la subcultura desviada formaba parte de la idiosincrasia de algunos barrios, por lo que era trasmitida a los nuevos habitantes.

Numerosos investigadores han desarrollado la teoría, comprobando que es común que los individuos con comportamientos desviados pertenezcan a grupos en las que estas conductas son permitidas- o incluso prescritas- por lo que tal conducta solo podría juzgarse como desviada respecto a las normas y valores de la sociedad, pero no respecto a las de su grupo de referencia. Respecto a esto el criminólogo Edwin Sutherland escribiría que

La cultura criminal es tan real como la legal, y mucho más difundida de lo que se piensa habitualmente.
Edwin Sutherland[3]

Walter Miller estudió cómo se crean las subculturas de la desviación, llegando a la conclusión de que éstas suelen aparecer entre los jóvenes de clase baja, ya que son los que tienen menos posibilidades de cumplir sus aspiraciones por medios legítimos. Miller además individuó las características de estas subculturas, cuyos principales rasgos serían: La rutinización del conflicto, la dureza, la sagacidad y la autonomía.[19]

Teorías microsociológicas de la desviación [editar]

Teoría del Etiquetamiento [editar]

En los años 1960 se empieza a estudiar la desviación desde la perspectiva del Interaccionismo simbólico. Estos autores centran sus estudios no tanto en las posibles causas de la conducta desviada, sino en las formas de control e interacción social por las que se definen a ciertos individuos como desviados. La principal aportación teórica de esta escuela es la Teoría del Etiquetaje, que podría sintetizarse así:

Los grupos sociales crean la desviación estableciendo reglas cuya infracción constituye una desviación, y aplicando estas reglas a personas particulares, que etiquetan como outsiders [...] La desviación no es una cualidad de la acción cometida sino la consecuencia de la aplicación-por parte de otros- de reglas y sanciones. El desviado es alguien al que la etiqueta le ha sido puesta con éxito; el comportamiento desviado es el comportamiento etiquetado así por la gente.

Una de las aportaciones fundamentales de esta teoría es la distinción entre desviación primaria y secundaria realizada por Edwin Lemert. Dentro de la primaria se encuadrarían los incumplimientos de las normas que no hacen sentirse desviado a quien lo comete, ni es visto así por los demás. Dentro de la secundaria estarían por el contrario los incumplimientos que hacen cambiar la concepción que los demás tienen del autor, etiquetándolo como desviado. Este etiquetamiento provocará que el autor reorganice la percepción de sí mismo asumiendo la nueva definición que los demás dan de él.[21] La base de esta distinción está en el hecho de que, en realidad, prácticamente todo el mundo ha cometido actos desviados. Es difícil encontrar a alguien que no haya mentido, cometido algún pequeño robo o consumido alguna droga ilegal, pero pocas de estas personas son catalogadas -o autocatalogadas- como mentirosos, ladrones o drogadictos.[3]

La desviación secundaria está muy relacionada con el concepto de estigma desarrollado por Erving Goffman, definido como una marca social negativa usada para definir a una persona. El estigma se convierte en un rol dominante del individuo y todos los actos pasados empiezan a reinterpretarse bajo la perspectiva del nuevo estigma, en un proceso de distorsión biográfica conocido como etiquetaje retrospectivo. Goffman desarrolló la posibilidad de que al estigmatizar a alguien -con mayor o menor motivo- se activasen una serie de mecanismos, como el rechazo social, que le impulsaran a buscar compañía entre quienes no le censuran -otros estigmatizados- reforzando así la identidad desviada e impulsándolo a continuar su carrera delictiva. De este modo la desviación podría ser una de esas profecías autorealizadas que Robert K. Merton elaboró basándose en el Teorema de Thomas.

Teoría de la Elección racional [editar]

Los teóricos de la elección racional -también llamados neoclásicos- enmarcaron la desviación dentro de su modelo general de conducta, según el cual las acciones de las personas están guiadas por un frío racionalismo cuyo objetivo es calculado para obtener placer y evitar dolor. Aunque posteriormente fue asumida por algunos sociólogos esta teoría fue desarrollada en sus inicios por economistas, como Gary Becker que elaboró el modelo económico del crimen que describe una conducta desviada guiada por el cálculo de utilidad relativa en la que se ponen en una balanza los costes y los beneficios que puede tener tal conducta. Estudios posteriores han intentado localizar cuáles son los costes y beneficios concretos de las conductas desviadas, llegando a la conclusión de que los beneficios serían los comunes a todas las acciones -lucro, prestigio, poder, placer- mientras que los costes pueden dividirse en tres: las sanciones formales impuestas por el Estado, las sanciones sociales de su entorno y las autosanciones que el desviado se imponga -como vergüenza o sentimiento de culpa- debido a la interiorización de las normas.

La Teoría de la Elección racional también ha realizado varios estudios sobre la eficacia de las sanciones. Según el modelo teórico, una forma de reducir el delito sería aumentar los costes de su realización, por ello desde esta teoría se propuso aumentar la severidad de las penas. Estudios posteriores desde esta perspectiva han puesto de manifiesto que la severidad de la sanción tiene repercusiones irrelevantes, mientras que por el contrario, la certeza de la pena-la convicción de que existirá una sanción- puede influir en la reducción de la delincuencia.[22]

El control social [editar]

Artículo principal: Control social
Al ser uno de sus instrumentos más evidentes, las cámaras de vigiliancia han sido usadas con frecuencia como símbolo del control social.

Además de las normas y su incumplimiento, el control social es el otro gran campo de estudio de la Sociología de la desviación. Bajo este concepto se integran el conjunto de mecanismos e instancias a partir de los cuales toda sociedad, de una u otra forma, induce a sus miembros a comportarse acorde con las normas, valores y pautas culturales predominantes.[23] Por ello el control social es mucho más amplio que las instituciones más visibles a las que generalmente se asocia -policía, cárceles, juzgados...- e incluye a otras como los manicomios, los trabajadores sociales o el sistema educativo, siendo el rol de este último de especial importancia.[24] Además de por estos agentes institucionalizados, el control social es ejercido en gran medida por mecanismos informales y difusos. Sociólogos como Talcott Parsons destacan, por ejemplo, el papel que juega la familia en el proceso.[25]

La importancia de la familia y del sistema educativo viene dada sobre todo por su función en el proceso de interiorización de las normas, en el cual las normas sociales son transformadas en normas morales, siendo así asumidas como propias por los individuos. Este proceso permite que no se incumplan las normas aun cuando ningún factor externo lo impida, y lo que es más importante, nos convierte a todos en agentes de control social, ya que mantendremos una actitud reprobatoria ante quien las incumpla.[26]

En este sentido, la Psicología social ha estudiado de forma experimental distintos mecanismos interiorizados del control social. El experimento de Milgram demostró los actos que se pueden llegar a hacer si éstos son ordenados por una figura de autoridad; el experimento de la cárcel de Stanford, la obediencia que se puede obtener con ideología legitimidora; el experimento de Robber's Cave, cómo a través de la construcción del enemigo externo se logra la unidad interna; los experimentos de Sherif y Asch, cómo se cambia la propia opinión para que ésta se adapte a la de la mayoría. Estos experimentos, hoy ya convertidos en clásicos, muestran con qué naturalidad nuestros comportamientos se adaptan a las exigencias de la norma, la normalidad y la autoridad.

El castigo [editar]

El castigo es una forma clave del control social, con la explícita función de corregir el comportamiento de los individuos.

Debido a su función explícita de corrector de actos o comportamientos, el castigo es una de las formas de control social más investigada. Desde la sociología de la desviación se han estudiado las distintas funciones que ha poseído el castigo y la efectividad que los distintos castigos poseen para reducir el comportamiento desviado.

John Macionis identifica cuatro funciones que, en distintas sociedades o épocas, han justificado la existencia del castigo. La primera, y más antigua, sería el desquite, que se basa en la idea de recuperar el orden interrumpido, por lo que se aplica al infractor un daño proporcional al daño cometido. Está contenida en la Ley del talión y el principio bíblico de ojo por ojo, diente por diente. La segunda, la disuasión, es la idea de que el castigo desincentiva el incumplimiento normativo. Se formaliza teóricamente en el siglo XVIII, con la concepción del ser humano como un ser racional, movido por cálculos de coste y beneficio. La tercera es la rehabilitación, por la que se pretenden modificar las pautas de conductas desviadas del individuo. Toma auge en el siglo XIX con la aparición de las Ciencias sociales y los estudios científicos sobre la conducta humana. Por último estaría la función de protección de la sociedad por la que se separa al desviado del resto del cuerpo social, ya sea encerrándolo, desterrándolo o ejecutándolo. El hecho de que, más allá de que en un momento histórico determinado se ponga el acento en una u otra, el que las cuatro ideas sobre la función del castigo puedan darse contemporáneamente es contingente.

Por otro lado, la cuestión de la eficacia de los castigos ha supuesto grandes debates entre los estudiosos, siendo la prisión - que desde su aparición en el siglo XVIII se ha convertido en la forma generalizada del castigo penal- uno de los centros del debate. Su eficacia ha sido puesta en duda por diversos autores, avalados por una gran cantidad de estudios en diversos países que muestran el alto porcentaje de personas que retornan a la cárcel tras haber cumplido condena. La reincidencia en los tres primeros años de la excarcelación es de un 40 a un 60%,[27] en Estados Unidos el porcentaje de reincidencia estaría en torno al 60%[5] y en España entorno al 40%.[28] Estas cifras han llevado a algunos autores a concluir que la prisión no es una institución eficiente en su función de modificar los comportamientos y conductas delictivas.[29] Se señala también que la prisión puede tener aspectos que incluso fomentarían el delito ya que los largos periodos de reclusión destruirían los lazos sociales, y el contacto casi exclusivo con delincuentes fomentaría la creación y reproducción de la subcultura criminal. Las críticas han provocado que las instituciones penitenciarias realicen pruebas experimentales sobre soluciones alternativas a la simple privación de libertad, generalmente centradas en terapias de desintoxicación, que han dado resultados notables.[30] [27] Otros autores continúan defendiendo como innegable el efecto disuasorio de las prisiones.[31]

Pena de muerte en el mundo (06/2005):      Suprimida para todos los crímenes      Suprimida para los crímenes no cometidos en circunstancias excepcionales (como los cometidos en tiempo de guerra)      Contemplada como sanción penal, pero suprimida en la práctica      Contemplada como sanción penal, aún aplicada

Otro castigo que provoca grandes debates sobre su eficacia es la pena de muerte, un castigo que ha sido practicado desde la antigüedad en prácticamente todas las sociedades. En el siglo XIX se inicia una tendencia hacia su abolición -o limitación a casos extraordinarios- en un creciente número de países. Por ello, en los países donde todavía se practica, como Estados Unidos, existe un debate político sobre la conveniencia de abolirla, que ha provocado que se realicen numerosos estudios sobre su eficacia en la prevención del crimen, ya que éste es el principal argumento para su mantenimiento. Los diversos estudios realizados hacen concluir a la mayoría de los autores que las evidencias empíricas disponibles muestran que la pena capital apenas tendría efecto disuasorio.[32] [33] [34]

La tendencia a abolir la pena de muerte, la aparición de las cárceles y la humanización de la pena en general, han sido analizadas por Michel Foucault, en su clásico Vigilar y castigar. El autor analiza el gran cambio sufrido por los castigos entre los siglos XVIII y XIX, en el que se pasa de la espectacularidad de las torturas y ejecuciones públicas medievales a los castigos dentro de la institución burocrática y aséptica de la prisión. La perspectiva foucoliana- que ya es un hito dentro del análisis del control social- sobre este proceso es que, lejos de producirse por motivos éticos o morales, su causa es el aumento de la eficacia de la pena.

Problemas metodológicos en el estudio de la desviación [editar]

La desviación es uno de los fenómenos sociales más complejos de analizar científicamente, ya que aquellos que los cometen tienden a ocultarlos. Por ello el debate metodológico se remonta a los orígenes de la disciplina, cuando Emilie Durkhaim escribe El suicidio. Esta obra consiste en un estudio cuantitativo sobre el fenómeno del suicidio en distintos países europeos - utilizando las fuentes oficiales de cada estado- con el fin de comprobar la distinta influencia que tenía en cada país. Estudios posteriores comprobaron que las estadísticas oficiales infravaloran casi siempre el fenómeno, existiendo además variaciones según la definición de suicidio de las distintas legislaciones. En este sentido se ha comprobado la correlación entre la posibilidad de que una muerte sea registrada como suicidio - en vez de como accidente u homicidio- y la valoración social sobre del fenómeno: cuanto peor visto sea el suicidio en una sociedad, tanto menores serán las posibilidades de que este se registre como tal.[3]

Los estudios sobre la incidencia de la delincuencia se han encontrado con problemas aun mayores. Los sociólogos han utilizado a menudo como fuente las estadísticas policiales sobre denuncias, o las judiciales sobre condenas, pero se ha comprobado que se cometen muchos más delitos que los registrados. Investigaciones llevadas a cabo en Inglaterra en los años noventa llegaron a la conclusión de que el porcentaje de delitos que se notifica es del 47%, el que se denuncia el 27% y el que llega a condenarse en un tribunal tan solo un 3%.[35] Las causas de este bajo índice de denuncias son múltiples: temor a represalias (como en el caso de la mafia), cercanía al que lo comete (violencia de género), tolerancia (maltrato a animales), voluntad de olvidarlo (violaciones), desconfianza en la utilidad de la denuncia (hurtos), ignorancia sobre si constituye un delito (delitos de índole económica), etc. En este sentido se ha comprobado cómo los distintos tipos de delitos tienen un porcentaje de denuncias muy desigual, hay delitos que se denuncian prácticamente en su totalidad, como el robo de coches o las muertes violentas, y otros que su inmensa mayoría no son denunciados, como el intento de violación o los pequeños hurtos.[36]

Estas limitaciones en las fuentes oficiales han obligado a desarrollar métodos alternativos para la cuantificación de la delincuencia. Actualmente se utiliza tanto La autodenuncia, en el que se realiza una encuesta a una muestra de población preguntándoles si han cometido algún delito y si este ha sido denunciado, como la victimización, que es un método similar pero en el que se pregunta si se ha sido víctima de algún delito.

Notas [editar]

  1. a b c Bertelli, Bruno (2002). Devianza e vittimizzazione, teorie eziologiche del controllo sociale,. Trento: Artimedia. ISBN 88-87980-05-5.
  2. Arroyo Juarez, Mario. Derechos humanos y criminología: un vinculo ignorado, en Economia, Sociedad y Territorio, vol III, numero 11, 2002. Consultado el 21 de mayo de 2008.
  3. a b c d Bagnasco,A., Barbagli,M. y Cavalli,A. (1997). Sociologia, cultura e società. Bolonia: Il mulino. ISBN 88-15-08263-8.
  4. a b c Durkheim, Émile (1993)La división social del trabajo, Tres Cantos: Akal ISBN 978-84-7600-229-2
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  11. Glueck, Eleonor (1950). Unraveling Juvenile delinquency. Nueva York: Cammonwealth foundation Simon & Schuster. ISBN 0-674-93030-4.
  12. Graham, Gail E.; Allanson, Judith E.; Gerritsen, Jennifer A. (2007). “Sex chromosome abnormalities”, Rimoin, David L.; Connor, J. Michael.; Pyeritz, Reed E.; Korf, Bruce R. (eds.)Emery and Rimoin's Principles and Practice of Medical Genetics, 5th ed., Philadelphia: Churchill Livingstone Elsevier, pp. 1038-1057. ISBN 0-443-06870-4.
  13. Milunsky, Jeff M. (2004). “Prenatal Diagnosis of Sex Chromosome Abnormalities”, in Milunsky, Aubrey (ed.): Genetic Disorders and the Fetus : Diagnosis, Prevention, and Treatment, 5th ed., Baltimore: The Johns Hopkins University Press, pp. 297-340. ISBN 0-8018-7928-0.
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  17. Taylor, I., Walton, P. y Young, J. (1973) The New Criminology: For a Social Theory of Deviance, Londres: Routledge. ISBN 0-415-03447-7
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  19. * Miller, Walter (1970). «Lower class culture as a generating milieu of gang delinquency», The sociology of crime and delinquency. Nueva York: Wiley. ISBN 0-471-95955-3.
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  21. Lemert, Edwin (1972). Human Deviance, Social Problems, and Social Control. Nueva Jersey:Prentice-Hall. ISBN 0-13-444885-5.
  22. Tittle, Charles R. (1980). Sanctions and Social Deviance: The Question of Deterrence. Nueva York:Praeger Publishers. ISBN 0-275-90560-8.
  23. Austin, Tomas El control social y la desviación. consultado el 23 de mayo de 2008
  24. De la Villa ,María Poder disciplinario y educación: aproximación foucaultiana desde la Psicología Social. Consultado el 24 de mayo de 2008
  25. Austin, Tomas, Fundamentos sociales y culturales de la educación Consultado el 28 de mayo de 2008
  26. Pino, P.F. Solle, G y Tau M. L. Control Social: subjetividad, ley, género y familia consultado el 28 de mayo de 2008
  27. a b Caixal López, G. y Roca Tutusaus, X. El tratamiento de la conducta adictiva en comunidad terapéutica intra y extrapenitenciaria: análisis de una muestra. Consultado el 25 de mayo de 2008
  28. Serrano J. C. y Velasco F. Casi la mitad de los presos reinciden. Consultado el 28 de mayo de 2008
  29. Carlson, Norman (1995). «Corrections in the Unted State today: a balance has been struck» The American Criminal Law Review. Vol. 13. n.º 4. 615-647.
  30. Margara, Castro, La pena certa e il collaso delle regole civili.. Publicado en el periodico italiano Il manifesto el 25 de mayo de 2008
  31. Wright, Richard (1994). In defense of prisons. Westport:Greenwood Press. ISBN 0-313-27926-8.
  32. Sellin, Thorsten (1980). The Penalty of Death. Berly Hills:Sage Publications. ISBN 0-8039-1453-9.
  33. Lester, David (2002). The Death penalty: issues and answers. Springfield:C.C. Thomas. ISBN 0-398-06823-2.
  34. Bailey, Willians (1989). «Murder and a capital punishment» American Sociological Review. Vol. 54. n.º 5. 722-743.
  35. Morgan, R. y Newburn, T. (1997). The Future of Policing. :Oxford University Press,. ISBN 0-19-876441-3.
  36. Bandini, T. y otros. (2004). Criminologia : il contributo della ricerca alla conoscenza del crimine e della reazione sociale. Milan:Giuffrè. ISBN 88-14-10863-3.

Véase también [editar]

Enlaces externos [editar]

SOCIOLOGÍA3: SOCIOLOGÍA DE LA EDUCACIÓN. La sociología de la educación es una disciplina que utiliza los conceptos, modelos y teorías de la sociología para entender la educación en su dimensión social. Ha sido cultivada por los sociólogos que han tenido un interés creciente por la educación y por los pedagogos que han pasado de recurrir casi exclusivamente a la psicología, a un equilibrio entre ésta y la sociología.

Sociología de la educación

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Emile Durkheim, padre de la sociología de la educación

La sociología de la educación es una disciplina que utiliza los conceptos, modelos y teorías de la sociología para entender la educación en su dimensión social. Ha sido cultivada por los sociólogos que han tenido un interés creciente por la educación y por los pedagogos que han pasado de recurrir casi exclusivamente a la psicología, a un equilibrio entre ésta y la sociología.

Emile Durkheim, uno de los padres de la sociología, es considerado el iniciador de la disciplina con sus obras Educación y sociología, La educación: su naturaleza, su función y La evolución pedagógica en Francia, publicadas después de su muerte en 1917.

La sociología de la educación debe distinguirse de la pedagogía social (que es una disciplina pedagógica cuyo objetivo es la educación social del hombre) y de la sociología educativa (cuya intención ha sido fundamentalmente moral: perfeccionar la conducta del hombre como ser social y a su vez la mejora de la sociedad).

La sociología de la educación se caracteriza por:

  • ser una sociología especial. Es decir, es una de las ciencias sociológicas (como también la sociología de la familia, la sociología del trabajo, la sociología de la religión) que se ocupan de alguno de los aspectos concretos de lo social. En este sentido es una rama de la sociología general, coordinada con las otras sociologías especiales mencionadas.
  • ser una ciencia de la educación, en tanto que tiene como objeto de estudio la educación. Esto no significa que sea una ciencia pedagógica, ni que pertenezca a la pedagogía, sino que es una ciencia sociológica que pertenece a la sociología.
  • ser una disciplina explicativa y descriptiva, esencialmente, frente a otras que pretenden o tienen por objetivo principal intervenir en el proceso educativo. Esta afirmación que opone la sociología de la educación a las didácticas y psicología de la educación, no quita que la sociología de la educación posea un carácter provocador y crítico que provoque y oriente con sus resultados cambios y transformaciones.

Siguiendo a Durkheim, F. Ortega plantea que la sociología de la educación tiene dos objetivos mutuamente complementarios: la constitución histórica de los sistemas educativos, de cuya comprensión se desprenden las causas que los originaron y los fines que cumplen; y la forma en que funcionan en las sociedades contemporáneas[1]

Véase también [editar]

Notas [editar]

  1. Ortega, F: "Presentación" en Durkheim, E: Historia de la educación y las doctrinas pedagógicas. Barcelona: La Piqueta, 1995.

Enlaces externos [editar]

SOCIOLOGÍA3: SOCIOLOGÍA DE LA MÚSICA. La sociología de la música es la rama de la sociología que estudia las relaciones bidireccionales entre la música, entendida en su forma más amplia, y la sociedad. Estas relaciones han sido estudiadas por sociólogos como Theodor Adorno, Alfred Schutz y Max Weber. POr otro lado la sociología de la música está íntimamente ligada a otras disciplinas tales como musicología y la Etnomusicología.

Sociología de la música

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La sociología de la música es la rama de la sociología que estudia las relaciones bidireccionales entre la música, entendida en su forma más amplia, y la sociedad. Estas relaciones han sido estudiadas por sociólogos como Theodor Adorno, Alfred Schutz y Max Weber. POr otro lado la sociología de la música está íntimamente ligada a otras disciplinas tales como musicología y la Etnomusicología.

Historia de la disciplina [editar]

Los primeros sociologos en interesarse por la música como una parte importante de la sociedad fueron Alfred Schutz y Max Weber. Este ultimo analizo la evolución histórica del sistema tonal poniendo en relación su evolución hacia una mayor rigidez con el proceso de racionalización del capitalismo.

En los años 30 y 40 su mayor exponente fue Theodor Adorno, que dedico varios estudios a la música clásica, el jazz y a la música como una mercancía de consumo. En las decadas posteriores la sociología americana produjo varios trabajos que contribuyeron a ampliar la perspectiva de las investigación. Entre ellos descatacaron los realizados por Howard S. Becker y Richard Peterson.

A partir de los años 80 la sociología de la música se mezclo con otras disciplinas como la Antropología, la etnomusicología, la historia de la música, los estudios sobre las subculturas y la sociología del arte, confluyendo en los conocidos como popular music studies[1]

Referencias [editar]

  • Adorno, Th. Wiesegrund (1962). Introduzione alla sociologia della musica, Torino, Einaudi.
  • Etzkorn, K. Peter (1964). "Georg Simmel and the Sociology of Music", Social Forces, XLIII, no. 1, pp. 101-107.
  • Sorce Keller, Marcello (1996). Musica e sociologia, Milano: Ricordi. ISBN: 8875924767
  • Middelton, R. (1990), Studying Popular Music, Buckingham, Open University Press (Studiare la popular music, Milán, Feltrinelli, 1994). ISBN: 0335152759

Notas [editar]

  1. (Middelton, 1990)

SOCIOLOGÍA3: SOCIOLOGÍA DE LA CULTURA. La sociología de la cultura es un área corriente sociológica tradicional ha puesto siempre énfasis en la estructura social, siendo lo restante sólo una "variable dependiente". Desde fines del siglo XX, ésta determinación analítica se ha ido desplomando a través de las teorías sociológicas de la cultura que se han multiplicado a gran velocidad.

Sociología de la cultura

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La sociología de la cultura es un área corriente sociológica tradicional ha puesto siempre énfasis en la estructura social, siendo lo restante sólo una "variable dependiente". Desde fines del siglo XX, ésta determinación analítica se ha ido desplomando a través de las teorías sociológicas de la cultura que se han multiplicado a gran velocidad.

Los estudios que desde la sociología se han realizado de la cultura pueden clasificarse en tres grandes grupos (Smith, 1998): la teoría cultural europea, teoría cultural británica y la sociología cultural estadounidense. Cada uno de ellos representa una serie de características específicas. En primer lugar, la teoría cultural europea unifica autores como Jürgen Habermas, Michel Foucault o Pierre Bourdieu, quienes hacen su aporte principalmente en elementos teóricos y cualitativos. En segundo lugar, los estudios británicos, influido por el "marxismo británico" de E.P. Thompson y Eric Hobsbawn, que fue quizá pionero en reconocer la incidencia de la cultura en los hechos sociales. Finalmente, encontramos la sociología cultural americana, compuesta por autores como Clifford Geertz, Jeffrey C. Alexander o Philip Smith. Son un campo de estudios más centrado en la sociología y menos político. Las ideas de Émile Durkheim y Max Weber son más influyentes que las de Karl Marx, abogándose por una autonomía de la "esfera cultural". Trabajan con teorías de alcance medio positivistas, que tratan de analizar causas y efectos mediante métodos empíricos. Las explicaciones buscadas son multidimensionales, pudiendo hallarse causas simultáneas en la cultura, en la estructura social o en los actores individuales. El problema de la agencia se aborda con las herramientas que proporciona el pragmatismo, la historia comparada y la fenomenología.

Pierre Bourdieu ha logrado dar una visión completa e influyente en la materia. En su obra tardía (desde principios de los 80 hasta fines de los 90, cuando murió) ha logrado dar con las claves de la dominación a través de la cultura, centrándose en la educación. En una sociedad posmoderna que se enfrenta a desigualdades, exclusiones y riesgos que ya no explican por la teoría tradicional, Bourdieu ofrece desde la sociología de la cultura elementos que están cambiando la forma de entender lo social.

  • Bourdieu, Pierre (1999) La miseria del mundo. Buenos Aires: F.C.E.

Véase también [editar]

Enlaces externos [editar]